Como alguien que fue educada en el hogar en los años 90, yo tenía una idea clara de cómo era la madre educadora ideal. Ella era organizada, hallaba formas creativas para enseñar los conceptos más aburridos, leía los libros preferidos en voz alta y disfrutaba del proceso de planear y enseñar mientras que sus hijos ayudaban a manejar el hogar de acuerdo con el sistema que ella había establecido. Supongo que pensé que cuando empezara a educar a mis propios hijos, mágicamente adquiriría esas cualidades ideales, aunque no me parecía mucho que yo tuviera esas cualidades cuando era estudiante.
Imagínese el choque que sentí cuando, en vez de transformarme instantáneamente, continué siendo la misma persona que siempre he sido. ¿Y cómo es esta educadora no ideal? Bueno, soy una veterana de la educación en el hogar con 4 hijos educados desde el comienzo, con un hijo que ya se graduó, y aquí están mis confesiones.
- No me gusta leer en voz alta. Me cansa y me irrita. Prefiero enseñar a un niño a leer y después soltarlo a que explore los libros como quiera.
- No me gustan las excursiones. En una excursión que tomamos cuando los niños eran pequeños, el de seis años se extravió del grupo, el de cinco años continuamente tocaba las cosas e interrumpía el tour del grupo y la de un año estaba en una fase donde se sentía obligada a cerrar todas las puertas del mundo. Ella encerró a todo el grupo en un cuarto pequeño al tirar su pequeño cuerpo contra la única salida, gritando cada vez que alguien forzaba la puerta para abrirla. Esto realmente resume la mayoría de mis experiencias con las excursiones.
- No soy muy hábil para delegar. Todas las madres educadoras ideales de las cuales había oído sabían cómo enseñar a sus hijos a cooperar con los quehaceres del hogar y a ayudar a sus hermanos desde una temprana edad. Mi propia hermana puede hacer esto. Pero resulta que yo no lo hago bien. Si dependiera de mí, mi hogar no funcionaría con fluidez como una máquina bien aceitada, sino como una manada de gallinas asustadas.
- No miro con entusiasmo hacia el nuevo año escolar. A menudo hablo con madres que realmente ya quisieran volver a su rutina escolar: “Es que funcionamos mucho mejor en un horario fijo, ¿sabes?” No. No lo sé. A mí me gusta tener mucho tiempo sin una estructura para pensar y crear y he transmitido ese amor a mis hijos. El regreso al horario escolar es para mí como el cambiarme de mis pijamas a un traje formal, que está muy ceñido, con un cierre atorado, de un color que tampoco me queda bien. Quizás ya di a entender mi punto.
- No soy madrugadora. Quizás esta sea específicamente una expectativa de los círculos muy conservadores de la educación en casa en los cuales crecí, pero yo pensé que toda buena madre educadora debía levantarse a las 5:30 de la mañana para pasar tiempo a solas antes de que se levantaran los niños a las 6 de la mañana para el devocional familiar y para hacer todas esas tareas que yo les había asignado. Bueno, ahora que soy una madre que no tiene que estar despierta con bebés o niños pequeños, las 6 de la mañana todavía es de noche a mi parecer. Yo me levanto justo antes de las 8 para tener tiempo para escribir antes de que los niños comiencen los estudios a las 11.
- Me encantan los cuadernos de ejercicios. Ya sé, ya sé. Los que educan en el hogar tienen la flexibilidad para crear las mismas lecciones de formas mucho más interesantes. ¿Están practicando las fracciones? ¡Vamos a hornear galletas! ¿Problemas de ortografía? ¡Saquemos el juego Scrabble de palabras! ¿La anatomía de una planta? ¡Salgamos a caminar y busquemos plantas! Pero escúchenme: los cuadernos de ejercicios son lecciones pequeñas, independientes y ordenadas que permiten que los niños sientan el brillo del éxito. Cuando tengo el fregadero lleno de platos, tres hijos que necesitan que los guie, y una tarde por delante de conducir de aquí para allá, los cuadernos de ejercicios me rescatan cada vez.
- No me gusta planear las lecciones. No es fácil para mí tomar un tema grande y dividirlo en porciones razonables. Pero tampoco me gustan los horarios detallados ni las planillas de lecciones. ¿Por qué? Gracias por preguntar. Porque es una combinación autodestructiva. Hice la planificación de las lecciones escolares por seis años y por fin me desgasté. Afortunadamente, a Darren le encantan todas estas cosas. Entonces eso significa que...
- No solo soy una madre que educa en casa. Soy parte de un equipo educador. Darren y yo compartimos la labor educativa el 50 por ciento cada uno, más o menos. Él busca y compra el currículo, escribe los planes de lecciones y supervisa los cursos de la secundaria. Yo superviso el trabajo diario, transporto a los niños a sus lecciones, me siento para ayudar a los estudiantes que todavía necesitan guía individual y enseño las materias de la primaria. Es una división del trabajo que no solo funciona bien para nuestros hijos, sino también ha mejorado nuestra relación.
Pero como he aprendido (posiblemente), lo que es ideal para mí no es ideal para todos. ¿De qué maneras se ve distinta su educación en casa de lo que esperaba?
—Sara
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