No es una exageración decir que para Dorcas Ross y su esposo, Dante, la educación en casa es mucho más que una forma de ofrecerles a sus hijos una educación personalizada. Es algo que les ha brindado seguridad y estabilidad en tiempos de agitación nacional, incluso mundial.
Cuando Dorcas empezó a educar a sus hijas en casa hace doce años, se convirtieron en una de las primeras familias de Bolivia en adoptar esta alternativa educativa.
En aquella época, los únicos educadores en el hogar que Dorcas conocía en Bolivia eran misioneros o diplomáticos.
«Era algo muy extraño para las familias locales», comentó.
Sin embargo, después de conocer a dos familias estadounidenses que educaban en el hogar, Dorcas se asombró lo suficientemente para tomar la decisión de explorar el concepto más a fondo.
Primero conoció a un padre de familia con un doctorado en física que educaba a sus propios hijos. Él le aseguró a Dorcas y Dante que la educación en casa les podría ayudar a formar un vínculo más íntimo con sus hijas, además de servir para inculcarles los valores que ellos más aprecian.
Posteriormente, mientras trabajaba como profesora en una escuela cristiana, Dorcas se sintió intrigada por una chica cuya familia estaba de visita en Bolivia durante unos meses. La niña participó en un debate estudiantil sobre el aborto con gran destreza y convicción. Cuando le preguntó a la niña a qué escuela iba, Dorcas se sorprendió al escuchar que estudiaba en casa.
La pasión que vio en la niña educada en el hogar contrastaba con su propia experiencia como profesora. A veces, le resultaba difícil conseguir que sus alumnos comprendieran la importancia de los valores que ella les deseaba transmitir.
Comprendió que la educación en casa ofrecía una ventaja en ese ámbito, mediante la construcción de vínculos familiares.
«Los padres están más cerca del corazón de los alumnos», afirma Dorcas. «Después de empezar a educar en casa, comprendí que eso era precisamente lo que intentaba conseguir: acercarme a mis hijos para su bien».
Un refugio en tiempos difíciles
La educación en casa le ha brindado a la familia de Dorcas los beneficios que ella esperaba. Por un lado, han logrado fortalecer la unidad familiar; y por otro lado, sus hijas han crecido en el amor por la educación y en el compromiso con el ministerio.
Dorcas añade que una ventaja inesperada de la educación en el hogar es que esta ha mantenido a sus hijos seguros en su recorrido educativo durante la reciente inestabilidad social y política de su país.
La crisis comenzó en 2019, cuando la aparente reelección del presidente, Evo Morales, para un cuarto mandato desencadenó acusaciones de fraude que escalaron a protestas masivas. Morales huyó del país y la senadora Jeanine Áñez asumió el poder como presidenta interina.
Las elecciones previstas para mayo de 2020 se pospusieron debido al COVID-19. La crisis de salud provocó una recesión económica. Muchos bolivianos perdieron sus empleos y como en tantos otros países, el gobierno cerró las escuelas.
Dorcas dijo que, a pesar de esas dificultades, su familia continuó con la educación desde el refugio de su propia casa.
Agregó que, para entonces, el movimiento boliviano de la educación en el hogar había madurado lo suficiente para involucrar al gobierno y trabajar por el bien de la comunidad.
Ya que la gran mayoría de estudiantes bolivianos había cambiado a algún tipo de educación en casa, la acción del gobierno parecía una posibilidad. A través de una organización nacional de educación en el hogar, Dorcas participó en reuniones con funcionarios para evitar nuevas restricciones a esta alternativa educativa.
Dicha organización también fomentó un programa para informar y asistir a las numerosas familias que deseaban saber más sobre la educación privada en casa.
«Lanzamos una gran campaña», recuerda Dorcas. Además de crear un sitio web, ella y otros defensores de la educación en casa aumentaron su presencia en las redes sociales. «Asesorábamos a las familias», añade Dorcas. «Les decíamos: “si nosotros podemos, ustedes también pueden”».
Creando recuerdos
Con la normalización de la crisis de salud, Dorcas ahora puede enfocarse en ayudar a su hija Liz, de 15 años, a planificar un programa de estudios de secundaria que se ajuste a sus intereses.
Liz explica que, durante los primeros grados, su madre se encargaba de la mayor parte de la enseñanza. Ahora, Liz construye su propia educación utilizando diversos recursos, como las clases de HSLDA Academy.
«Me gusta poder tomar mis propias decisiones», afirmó Liz. «Puedo controlar mi propio horario y cultivar las cosas que me gustan. Sé que esto me ayudará a lograr mis objetivos de vida».
La adolescente dice que está especialmente interesada en estudiar Derecho, Ciencias Políticas e Ingeniería. Con el tiempo, espera aplicar a universidades de primer nivel en Bolivia y en otros países. Confía en que será aceptada a una de ellas gracias a la educación que ha recibido en su hogar.
«Como estudiante educada en casa, creo que la relación con tus padres te ayuda a desarrollar una forma lógica de pensar, no solo emocional», afirma.
Y claro que también hay oportunidades para participar en actividades extracurriculares, como oratoria y coro, sin mencionar las posibilidades de diversión.
A modo de ejemplo, Liz compartió la experiencia de un reciente campamento a las tierras bajas de la Amazonía, durante el cual, junto con otros adolescentes educados en casa, planeó hacerles una broma a sus padres.
Los jóvenes decidieron esconder el zapato izquierdo de cada adulto. Los líderes del grupo llevaron a cabo el plan y les advirtieron a sus compañeros: «si alguien dice algo, lo tiramos al río».
Dorcas señala que todo fue por diversión y que en realidad nadie fue castigado.
De acuerdo con Liz, «fue muy divertido» ver a los adultos buscar frenéticamente sus zapatos. «Uno de los padres incluso tuvo que caminar con una bolsa en el pie».
Otro recuerdo entrañable de Liz fue cuando se unió al equipo de robótica como la única estudiante educada en casa. Cuando tenía 9 años, el equipo ganó segundo lugar en su categoría por edad en una competencia nacional. Aquello les ayudó a clasificar para competir en un torneo internacional en Dinamarca.
Dorcas se dio cuenta de la gran oportunidad que esto representaba, pero en aquel momento dudaba de que fuese a ser posible.
«Para nosotros era imposible pagar un viaje de ese tipo y ni se me había cruzado por la mente viajar con mi hija, pues me parecía una locura», ella recuerda.
Sin embargo, ocurrió algo increíble.
«Estaba sentada en mi oficina cuando recibí una llamada de una compañía telefónica», relata Dorcas. «La persona que estaba al otro lado del teléfono dijo que se encargaba de los programas de becas para niños con aptitudes sobresalientes. Me preguntó por el equipo de mi hija que iba a Dinamarca y cuánto dinero necesitábamos».
Dorcas calculó que necesitarían un aproximado de once mil dólares para cubrir los gastos del viaje.
El representante de la empresa accedió a concederles una beca.
Los fondos le permitieron al equipo y a sus acompañantes adultos visitar múltiples lugares de Europa. Ivar Aas, un buen amigo de la familia, le regaló a Liz una cámara con la que documentó sus aventuras.
«Este viaje», relató Dorcas, «fue milagro tras milagro».
Igual que la historia de su familia educada en casa.
Crédito de las fotos: todas las fotos son cortesía de la familia.