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La ley de la educación en casa de North Carolina en un vistazo

  • Opciones para la educación en casa:  Una
  • Educación obligatoria para las edades:  7–16
  • Notificación requerida:  
  • Requisitos para enseñar:  
  • Materias obligatorias del estado:  No
  • Requisitos de evaluación:  
  • Requisitos de inmunización:  
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  • No requiere aviso, reglamentación baja
  • Reglamentación baja
  • Reglamentación moderada
  • Reglamentación alta

Cómo educar en casa en North Carolina

News

Padre puertorriqueño enseña el valor de la educación a su familia

Alicia Leal

Coordinadora editorial bilingüe y escritora

Clarisa Loparo se sintió motivada a educar a sus hijos en casa en gran parte por el impacto que la educación superior tuvo en su familia cuando era joven.

Ahora, después de veinticuatro años, Clarisa ha educado exitosamente a tres de sus cuatro hijos en el hogar (¡solo le falta un año más!); y como asesora educativa de secundaria de HSLDA, apoya a otros padres educadores en casa a preparar a sus alumnos de secundaria en alcanzar sus metas específicas, ya sea continuar con la universidad, entrar a una escuela de oficios, empezar a trabajar o alistarse en el ejército. 

Todo comenzó con la historia de su papá.

El Barrio, hospitales y hogares de niños

La familia de Miguel Colón se trasladó de Puerto Rico a Nueva York cuando él tenía 8 años. Sus padres deseaban encontrar mejor atención médica para tratar la tuberculosis de su madre, una enfermedad mortal en aquella época.

En el invierno de 1945, se establecieron en El Barrio de Harlem, un vecindario hispano del Alto Manhattan, conocido en inglés como Spanish Harlem.

Dos años después, la salud de la madre de Miguel se deterioró, por lo que tuvo que ser internada en un sanatorio; y como su padre no podía cuidar de él y de sus hermanos, la familia se separó.

«En 1947, [mis hermanos] Jimmy, Olga y yo fuimos enviados a un orfanato», dijo Miguel. «El primero fue un orfanato sin denominación religiosa en Farmingdale, Nueva York». Permanecieron allí aproximadamente un año. «Luego nos enviaron al Cardenal McClosky, un orfanato católico en White Plains, Nueva York, durante un año y medio». En total, Miguel pasó alrededor de tres años en hogares de niños.

«Se fue a vivir a estos "hogares" cuando sólo tenía 10 años», cuenta Clarisa, recordando la historia de su padre.

Los hogares de niños ofrecen asistencia temporal y refugio a niños en situación de riesgo.

En 1950, la madre de Miguel recuperó su salud y salió del sanatorio.

«Cuando mi madre salió del hospital, vino a recogernos. Probablemente ese fue el día más feliz de toda mi vida», comentó Miguel.

Una trayectoria educativa turbulenta

Incluso antes de la hospitalización de su madre, la traumática separación de su familia y su desplazamiento en distintos hogares de niños, el inicio de la trayectoria educativa de Miguel en Estados Unidos fue difícil. Tras haber estudiado hasta el grado 3 en Puerto Rico, Miguel se frustró al ser colocado nuevamente en el grado 1 en Nueva York, porque no sabía inglés.

En 1951, después de que su madre saliera del sanatorio y su familia se trasladara al Bronx, Miguel continuó con su educación hasta abandonar la escuela secundaria a sus 15 años.

Como no quería continuar con sus estudios, su madre le dijo que tendría que trabajar en vez. Así que le consiguió un trabajo en el Distrito de la Moda en Manhattan, donde movía ropa y hebillas de cinturón de un edificio a otro.

No tardó en darse cuenta de que podía hacer mucho más, así que regresó a la escuela.

Y bien, después de graduarse de la escuela secundaria, Miguel se unió al ejército, se convirtió en abogado y formó una familia de cuatro hijos, todo los cuales se graduaron de la universidad.

 Soñar en grande

«La educación superior cambió nuestras vidas», afirmó Clarisa. «Los padres de mi padre recibieron muy poca educación. Así que, cuando mi padre se dio cuenta de que la educación era un camino para un mejor futuro y diversas oportunidades, decidió continuar estudiando».

Miguel tardó 12 años en completar la carrera de Derecho. «Se graduó cuando yo tenía 7 años», recordó Clarisa. «Pero gracias a Dios que continuó con sus estudios superiores, porque nos logró sacar del barrio».

Gracias a la carrera de abogacía de su padre, la familia de Clarisa no sólo logró mudarse a un barrio más seguro, sino que también pudieron regresar a Puerto Rico cuando ella tenía 12 años.

«En 1982, después de graduarme de la secundaria en Puerto Rico, me mudé de nuevo a los Estados Unidos para ir a la universidad», recordó Clarisa. «La universidad no era una simple opción para mí: yo debía ir. Mi padre había visto lo que la educación hizo de él y cómo ayudó a su familia y quería que sus hijos tuvieran las mismas oportunidades».

Miguel y Clarisa.

La capacidad de su padre para alcanzar un nivel de educación superior fue algo realmente extraordinario para su familia. «Muchos hispanos no creen poder lograr un nivel de educación superior», dijo Clarisa. Su abuela, que estudió únicamente hasta el grado 2, «no sabía que podía soñar con más».

«Tú puedes soñar en grande para tus hijos... y ellos también pueden soñar en grande por sí mismos», añadió. «Puedes equipar y animarlos a perseguir sus sueños más allá de la escuela secundaria».

La educación en casa y nuevas oportunidades

Así como Miguel deseaba un mejor futuro para Clarisa y sus hermanos, Clarisa deseaba lo mismo para sus propios hijos: quería que tuvieran acceso a más oportunidades.

«Yo quiero que el techo que yo viví sea el suelo de mis hijos», dijo Clarisa. «Si una mejor educación les brinda la oportunidad de tener una mejor vida, entonces quiero que esa puerta esté abierta y que ellos sepan cómo abrirla».

Para Clarisa, el vehículo para abrir las puertas a la universidad fue la educación en casa. Ella consideró esta alternativa educativa como una forma maravillosa de atender las necesidades y los intereses de sus niños y de prepararlos para la universidad.

«Vincent, mi hijo mayor, ahora es un ingeniero mecánico», dijo Clarisa. «El del medio, Luke, es un profesor de educación técnica. Mi hija, Isabella, que estudió dos carreras, ahora es asesora en mercadotecnia y mi hija menor, Ruby, aún cursa la secundaria y está decidiendo sus siguientes pasos».

A pesar de que Clarisa se sentía segura con la idea de educar a sus hijos en casa, su padre no compartía el mismo entusiasmo al principio. Conforme a su propia experiencia, Miguel consideraba que el sistema escolar tradicional era la mejor opción para el éxito, explicó Clarisa.

«Él pensaba que mis hijos no iban a lograr un nivel de educación superior al ser educados en el hogar», añadió.

Lo más maravilloso

Con el paso del tiempo, Miguel se dio cuenta de que los hijos de Clarisa estaban alcanzando sus sueños y triunfando en la vida.

«Vio a mis hijos y la manera en la que se convirtieron en personas activas que contribuían a la sociedad̓», dijo Clarisa. «Fueron a la universidad, son exitosos y ahora tienen sus propias familias. Fue una lección que aprendió con el tiempo».

Miguel y sus hijos, nietos y bisnietos.

«Él ahora piensa que educar a mis hijos en casa es lo más maravilloso que pude haber hecho», añadió sonriendo. «Incluso dice que fue su idea que yo trabajara para HSLDA, ¡pero no es cierto!», dijo riéndose.

Así como la educación superior le abrió las puertas a Miguel y a su familia hacia un mejor futuro, la educación en casa amplió las oportunidades de la familia de Clarisa. Y, como asesora educativa de secundaria, se siente agradecida de poder ayudar a otros padres educadores en el hogar en el proceso de preparar a sus hijos para la universidad.

«A diario, tengo el privilegio de hablar con padres que quieren preparar a sus hijos de la mejor manera para la vida después de la secundaria», dijo Clarisa. «Ver a los padres darse cuenta de que pueden hacer una diferencia en la vida de sus hijos es muy gratificante».

Si usted es miembro de HSLDA, puede ponerse en contacto con nuestras asesoras educativas para recibir asistencia personalizada aquí.

Alicia Leal

Coordinadora editorial bilingüe y escritora

Alicia Leal estudió Derecho y Filosofía en México. Ella escribe y edita contenido en inglés y español para HSLDA. 

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Padre puertorriqueño enseña el valor de la educación a su familia

Alicia Leal

Coordinadora editorial bilingüe y escritora

Clarisa Loparo se sintió motivada a educar a sus hijos en casa en gran parte por el impacto que la educación superior tuvo en su familia cuando era joven.

Ahora, después de veinticuatro años, Clarisa ha educado exitosamente a tres de sus cuatro hijos en el hogar (¡solo le falta un año más!); y como asesora educativa de secundaria de HSLDA, apoya a otros padres educadores en casa a preparar a sus alumnos de secundaria en alcanzar sus metas específicas, ya sea continuar con la universidad, entrar a una escuela de oficios, empezar a trabajar o alistarse en el ejército. 

Todo comenzó con la historia de su papá.

El Barrio, hospitales y hogares de niños

La familia de Miguel Colón se trasladó de Puerto Rico a Nueva York cuando él tenía 8 años. Sus padres deseaban encontrar mejor atención médica para tratar la tuberculosis de su madre, una enfermedad mortal en aquella época.

En el invierno de 1945, se establecieron en El Barrio de Harlem, un vecindario hispano del Alto Manhattan, conocido en inglés como Spanish Harlem.

Dos años después, la salud de la madre de Miguel se deterioró, por lo que tuvo que ser internada en un sanatorio; y como su padre no podía cuidar de él y de sus hermanos, la familia se separó.

«En 1947, [mis hermanos] Jimmy, Olga y yo fuimos enviados a un orfanato», dijo Miguel. «El primero fue un orfanato sin denominación religiosa en Farmingdale, Nueva York». Permanecieron allí aproximadamente un año. «Luego nos enviaron al Cardenal McClosky, un orfanato católico en White Plains, Nueva York, durante un año y medio». En total, Miguel pasó alrededor de tres años en hogares de niños.

«Se fue a vivir a estos "hogares" cuando sólo tenía 10 años», cuenta Clarisa, recordando la historia de su padre.

Los hogares de niños ofrecen asistencia temporal y refugio a niños en situación de riesgo.

En 1950, la madre de Miguel recuperó su salud y salió del sanatorio.

«Cuando mi madre salió del hospital, vino a recogernos. Probablemente ese fue el día más feliz de toda mi vida», comentó Miguel.

Una trayectoria educativa turbulenta

Incluso antes de la hospitalización de su madre, la traumática separación de su familia y su desplazamiento en distintos hogares de niños, el inicio de la trayectoria educativa de Miguel en Estados Unidos fue difícil. Tras haber estudiado hasta el grado 3 en Puerto Rico, Miguel se frustró al ser colocado nuevamente en el grado 1 en Nueva York, porque no sabía inglés.

En 1951, después de que su madre saliera del sanatorio y su familia se trasladara al Bronx, Miguel continuó con su educación hasta abandonar la escuela secundaria a sus 15 años.

Como no quería continuar con sus estudios, su madre le dijo que tendría que trabajar en vez. Así que le consiguió un trabajo en el Distrito de la Moda en Manhattan, donde movía ropa y hebillas de cinturón de un edificio a otro.

No tardó en darse cuenta de que podía hacer mucho más, así que regresó a la escuela.

Y bien, después de graduarse de la escuela secundaria, Miguel se unió al ejército, se convirtió en abogado y formó una familia de cuatro hijos, todo los cuales se graduaron de la universidad.

 Soñar en grande

«La educación superior cambió nuestras vidas», afirmó Clarisa. «Los padres de mi padre recibieron muy poca educación. Así que, cuando mi padre se dio cuenta de que la educación era un camino para un mejor futuro y diversas oportunidades, decidió continuar estudiando».

Miguel tardó 12 años en completar la carrera de Derecho. «Se graduó cuando yo tenía 7 años», recordó Clarisa. «Pero gracias a Dios que continuó con sus estudios superiores, porque nos logró sacar del barrio».

Gracias a la carrera de abogacía de su padre, la familia de Clarisa no sólo logró mudarse a un barrio más seguro, sino que también pudieron regresar a Puerto Rico cuando ella tenía 12 años.

«En 1982, después de graduarme de la secundaria en Puerto Rico, me mudé de nuevo a los Estados Unidos para ir a la universidad», recordó Clarisa. «La universidad no era una simple opción para mí: yo debía ir. Mi padre había visto lo que la educación hizo de él y cómo ayudó a su familia y quería que sus hijos tuvieran las mismas oportunidades».

Miguel y Clarisa.

La capacidad de su padre para alcanzar un nivel de educación superior fue algo realmente extraordinario para su familia. «Muchos hispanos no creen poder lograr un nivel de educación superior», dijo Clarisa. Su abuela, que estudió únicamente hasta el grado 2, «no sabía que podía soñar con más».

«Tú puedes soñar en grande para tus hijos... y ellos también pueden soñar en grande por sí mismos», añadió. «Puedes equipar y animarlos a perseguir sus sueños más allá de la escuela secundaria».

La educación en casa y nuevas oportunidades

Así como Miguel deseaba un mejor futuro para Clarisa y sus hermanos, Clarisa deseaba lo mismo para sus propios hijos: quería que tuvieran acceso a más oportunidades.

«Yo quiero que el techo que yo viví sea el suelo de mis hijos», dijo Clarisa. «Si una mejor educación les brinda la oportunidad de tener una mejor vida, entonces quiero que esa puerta esté abierta y que ellos sepan cómo abrirla».

Para Clarisa, el vehículo para abrir las puertas a la universidad fue la educación en casa. Ella consideró esta alternativa educativa como una forma maravillosa de atender las necesidades y los intereses de sus niños y de prepararlos para la universidad.

«Vincent, mi hijo mayor, ahora es un ingeniero mecánico», dijo Clarisa. «El del medio, Luke, es un profesor de educación técnica. Mi hija, Isabella, que estudió dos carreras, ahora es asesora en mercadotecnia y mi hija menor, Ruby, aún cursa la secundaria y está decidiendo sus siguientes pasos».

A pesar de que Clarisa se sentía segura con la idea de educar a sus hijos en casa, su padre no compartía el mismo entusiasmo al principio. Conforme a su propia experiencia, Miguel consideraba que el sistema escolar tradicional era la mejor opción para el éxito, explicó Clarisa.

«Él pensaba que mis hijos no iban a lograr un nivel de educación superior al ser educados en el hogar», añadió.

Lo más maravilloso

Con el paso del tiempo, Miguel se dio cuenta de que los hijos de Clarisa estaban alcanzando sus sueños y triunfando en la vida.

«Vio a mis hijos y la manera en la que se convirtieron en personas activas que contribuían a la sociedad̓», dijo Clarisa. «Fueron a la universidad, son exitosos y ahora tienen sus propias familias. Fue una lección que aprendió con el tiempo».

Miguel y sus hijos, nietos y bisnietos.

«Él ahora piensa que educar a mis hijos en casa es lo más maravilloso que pude haber hecho», añadió sonriendo. «Incluso dice que fue su idea que yo trabajara para HSLDA, ¡pero no es cierto!», dijo riéndose.

Así como la educación superior le abrió las puertas a Miguel y a su familia hacia un mejor futuro, la educación en casa amplió las oportunidades de la familia de Clarisa. Y, como asesora educativa de secundaria, se siente agradecida de poder ayudar a otros padres educadores en el hogar en el proceso de preparar a sus hijos para la universidad.

«A diario, tengo el privilegio de hablar con padres que quieren preparar a sus hijos de la mejor manera para la vida después de la secundaria», dijo Clarisa. «Ver a los padres darse cuenta de que pueden hacer una diferencia en la vida de sus hijos es muy gratificante».

Si usted es miembro de HSLDA, puede ponerse en contacto con nuestras asesoras educativas para recibir asistencia personalizada aquí.

Alicia Leal

Coordinadora editorial bilingüe y escritora

Alicia Leal estudió Derecho y Filosofía en México. Ella escribe y edita contenido en inglés y español para HSLDA. 

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